Antes de salir de casa recuerda hacer la oración para los ciclistas, de esta manera saldrás protegido.
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Oración 1:
Oh, Padre bondadoso, que me has regalado la afición admirable de la bicicleta. Ella contribuye a robustecer mi salud, a mantener mi mente sana, el corazón puro y firme la voluntad.
Ayúdame con tu fortaleza en el duro ascenso de las cuestas. Protégeme durante los peligrosos descensos.-Permíteme reconocerte como el creador de las altas montañas, los fértiles valles, los bellos paisajes, el sol majestuoso.
Ayúdame a superar el individualismo en la práctica del ciclismo.- Que yo esté dispuesto a pensar en el compañero débil y a prestar algún servicio al que lo necesite, porque «es héroe no quien triunfa en un combate, ni quien supera al enemigo, sino quien sabe vencerse a sí mismo».
Permanece en mi vida, ya que yo estoy dispuesto a ir por todo el mundo, sobre las dos ruedas de mi bicicleta, para dar siempre testimonio de Ti.
Plegaria 1:
¡Oh! madre santísima de san juan; desde este momento nos ponemos en tus manos; en nuestra casa dejamos a nuestra esposa, padres, hijos y hermanos, nos aliente la esperanza de postrarnos de rodillas ante tu altar.
Cuídanos en el camino de una desgracia fatal, que, así como salimos se nos conceda llegar, que nada nos desaliente en el camino a seguir, y todas las inclemencias se dobleguen ante mí, dale fuerzas a mis piernas, y hazme las cuestas menos inclinadas y que la sed que yo sienta la mitigue con mis lágrimas de arrepentimiento a mis culpas para alcanzar tu perdón. ¡madre mía! señora de san juan, agradecidos estamos de que nos hallas concedido el postrarnos ante tu altar.
Dios ha creado en mi un corazón para amar lo bello, lo hermoso y ¿dónde encontrare después de dios belleza más hermosa, hermosura más bella?
¡María! ¡maría! alegría de mi corazón, miel de mi boca, melodía armoniosa de mis oídos. ¡que dulce es tu memoria para los que te aman! ¡que suave es tu nombre para los q te invocan! y si tan dulce es tu memoria y si tan suave tu nombre ¡que serás tú misma! ¡que sentirá mi corazón mi espíritu y todo mi ser, cuando te vea y contemple allá en la gloria maría robadora de corazones.
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Tú te has robado el mío: ¡dime donde lo has colocado! ¡ah! ya lo veo, está dentro del tuyo: te lo robaste y lo pusiste en tu seno amoroso. yo no lo quiero; pero si me lo devuelves, que sea santificado, purificado, inflamado, abrazado, embriagado de amor.
A continuación te dejamos la oración para los ciclistas, para que la puedas escuchar mientras te alistas para salir.
